martes, 20 de diciembre de 2011

We are bubbles


Se enmudecieron las aceras salpicadas del ruido del mundo. Nos enmudecieron. Alguien hizo clic en el mando de la televisión y el resto del mundo se apagó a la vez. Voy a cerrar los ojos y apretar bien fuerte mis pestañas. Voy a correr. A contracorriente.
Mientras el mundo siga parado, mientras el viento sea una utopía. Y el silencio más absoluto y aterrador una pura realidad.
Lo único que no se detiene en este caos es el sonido. La música viaja a velocidades intergalácticas intangibles y transparentes. Se mueve en frecuencias opuestas al mundo. Al insufrible caos de nuestros pensamientos.
El huracanado tiempo de los instantes forma una espiral de banalidad. Y observo como se lo traga todo, hasta mi alma. Hasta que se consume.
Entonces y solo entonces, cuando se ha acabado todo, ni siquiera queda un fundido en negro.
Somos burbujas, luz en frágiles pompas de extraño vacío, música y un increíble infinito de horas estáticas y segundos rotos.
Hasta que alguna burbuja se rompa y vuelva a hacer clic en el mando de la televisión.

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