lunes, 10 de diciembre de 2012

jueves, 11 de octubre de 2012

Almost always. Always.

A veces las primeras líneas son más complicadas.
Estrechas, ajenas, robadas.
Las primeras y las últimas. Las imposibles.
Las líneas. El límite.
La complejidad de lo ausente, lo desolador.

A veces también, vivir es morir.
Es colarse entre los segundos apagados.
Deslizarse entre dedos de arena.
Entre minutos ahogados.

A veces.


A veces, se esconden mis deseos,

brillantes de polvo y nostalgia.
Se escabullen en mis entrañas.
Huyen. Solo como se puede
intentar salir de entre cuatro paredes.

A veces, el fuego con el que juegan

las intenciones también se apaga.
La cera que se desprende, también se seca.
Y ni polvo, ni cenizas, ni devastación.

El vacío del polvo extraño que se aleja con la respiración descompasada.


A veces, y en realidad siempre.

Siempre que no estás.

martes, 31 de julio de 2012


De alguna manera, esto que tanto se me junta
entre pecho y espalda
no sé si tiene razón o locura.
Me quedo ciega entre flashes
de nostalgia y de entre estos mares
de memorias resurgen
historias del pasado que nunca mueren.

Y no es la pena ni la nostalgia gris
del invierno que añoro.
El verano se lo lleva todo, 
la tristeza del verano es inerte.
Y mi querido invierno todo me trae,
la tristeza del invierno está viva.

Ansío el helor en los huesos,
la vida.
Los rincones vacíos
y las veredas desiertas,
las mariposas ausentes
y la caja llena de polvo.

Mis veneradas mariposas, 
las de hielo y cenizas
las de la caja de las incertidumbres,
las dudas.
El polvo inhabitado
de lo dulce de la tristeza
y lo amargo de la felicidad incompleta.


El verano es seco y desmemoriado
y la música fría ventisca del pasado.


Todos los días se cierran frentes
y se abren brechas.
Se cierran y se abren,
todos los días y todas las noches.


miércoles, 16 de mayo de 2012

.

Cuando te alejas
el mar crece
el mar muere.

Cuando te acercas
el cielo se encoge
el cielo enmudece.

Y cuando estás.
Cuando estás no hay más.

jueves, 12 de abril de 2012

Inner weeping

A mi me agrada el silencio,
me agrada no tener que oír el ruido
del repiqueteo de las lágrimas
cuando caen al vacío.
La tormenta incesante
en tus ojos
no es más
que ruido en ese vacío.
Y el dolor crujiente
en pleno otoño,
en el viento de la calle
y el polvo arrastrado.
Me da vértigo
observar tu muñeca,
viendo caer tus horas
y tus sueños.
Me aterra el negror,
de tus pupilas.
El hilo vidrioso de tus pestañas
se rompe,
en su fragilidad y en la tuya,
se muere.

jueves, 9 de febrero de 2012

Introspection

Dèjá-vu.
El recuerdo de algo
que nunca ocurrió
y que sin embargo existe
en lo más profundo
de la inconsciencia.
El sueño de lo irreal
y la incertidumbre.
Me acordé entonces
de lo pequeñas que
se hicieron mis pupilas.
Cada vez que abrías
la boca
yo me hacía
más pequeña
y cada vez más grande
se hacía
el tamaño de tus palabras.
En un lugar en el
que hasta el polvo
se paseaba en la
literatura de tus
dedos.
Me habría enamorado
de ti
de mil formas diferentes.
Escarbé la tierra,
a golpes,
de tu tumba,
tantas veces como
lágrimas descendieron
por el desnudo
de tus fugaces
miradas.
Y sobre ella misma
pues,
nacen ahora flores
y espinas
que mueren
enredadas
en el amanecer
de cualquier otro
dèjá-vu.
En el horizonte
donde se queman
los sueños.

sábado, 14 de enero de 2012

De la soledad hablan


De la soledad hablan
susurrando en la distancia
los callejones los domingos.
Y nuestras pupilas desbocadas,
ansiosas, temblorosas de
buscar otros párpados
donde poder reposar.
Juntase aquella tarde
el infinito del cielo
con la línea del mar
muriendo en la profundidad
de tus ojos.
Reposasen pues tus pestañas
mil veces en el aleteo
frenético de la casualidad.
Donde me hallaba yo
nostálgica de saber
si en algún recoveco
de un segundo maltrecho
habría cabida alguna
para despertar
del sueño.
Quizás ávida.