martes, 31 de julio de 2012


De alguna manera, esto que tanto se me junta
entre pecho y espalda
no sé si tiene razón o locura.
Me quedo ciega entre flashes
de nostalgia y de entre estos mares
de memorias resurgen
historias del pasado que nunca mueren.

Y no es la pena ni la nostalgia gris
del invierno que añoro.
El verano se lo lleva todo, 
la tristeza del verano es inerte.
Y mi querido invierno todo me trae,
la tristeza del invierno está viva.

Ansío el helor en los huesos,
la vida.
Los rincones vacíos
y las veredas desiertas,
las mariposas ausentes
y la caja llena de polvo.

Mis veneradas mariposas, 
las de hielo y cenizas
las de la caja de las incertidumbres,
las dudas.
El polvo inhabitado
de lo dulce de la tristeza
y lo amargo de la felicidad incompleta.


El verano es seco y desmemoriado
y la música fría ventisca del pasado.


Todos los días se cierran frentes
y se abren brechas.
Se cierran y se abren,
todos los días y todas las noches.