lunes, 12 de septiembre de 2011

Comme un 'Jeux d'enfants'

>>Felicidad en estado puro, brutal, natural, volcánico, que gozada, era lo mejor del mundo… Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que la coca, chutes, porros, hachís, rallas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, lsd, éxtasis… Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, que una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas… Mejor que la nocilla y los batidos de plátano… Mejor que la trilogía de George Lucas, que la series completa de los Teleñecos, que el fin de Millenium… Mejor que los andares de Ally McBeal, Marilyn, la Pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y el lunar de Cindy Crawford… Mejor que el pequeño paso de Amstrong sobre la luna, el Space Mountain, Papa Noel, la fortuna de Bill Gates, las malas experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro, todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágeno de los labios de Pamela Anderson, mejor que los excesos de Morrison… Mejor que la libertad… Mejor que la vida.<<

“Jeux d’enfants” Yann Sammuel

martes, 6 de septiembre de 2011

Happiness is a journey.. not a destination


Es curioso el efecto que tienen los días sobre nosotros. De descontrol.

Quizás no exista motivo aparente por el que un día me sumerja en una gris tristeza, en el tono amargo que dejan los acontecimientos que inexplicablemente traemos a veces en forma de recuerdo... Como tampoco lo existirá para explicar porque hay días que todo eso parece desaparecer en un agujero negro y la diferencia entre un día y otro puede ser abrumadora.
Sea como fuere, he de reconocer que mis días ya tienen explicación, como si de un año nuevo se tratase, las cosas han cambiado. No sé si en esas cosas estoy yo, pero lo cierto es que si algo ha cambiado es la dificultad, y ahora los problemas y las desavenencias han adquirido otro cariz.
Como cuando cierras una etapa, porque visto así, esto no es más que el cierre de una hórrida y tumultuosa etapa, de esas que duran y duran, que nos persiguen. Una época de transición. La salida del sol. La hora de abrir. El amanecer de otro tiempo.
Y los demás... que quieras o no, inciden de forma directa, en mayor o menor medida, más o menos la misma en la que los dejas entrar. Porque mientras que unos se van, otros van llegando, quizás a quedarse para siempre, y finalmente, los que están ahí, y que ya firmaron de por vida.

Brindo entonces por todos mis errores, por todas aquellas veces en las que me caí, en las que perdí, por todos aquellos que también se equivocaron, por la melancolía de esos largos días grises, por las lágrimas que me inundaron. Brindo por el dolor, por aquel que llegó al igual que por fin decidió hacer las maletas.