martes, 6 de septiembre de 2011

Happiness is a journey.. not a destination


Es curioso el efecto que tienen los días sobre nosotros. De descontrol.

Quizás no exista motivo aparente por el que un día me sumerja en una gris tristeza, en el tono amargo que dejan los acontecimientos que inexplicablemente traemos a veces en forma de recuerdo... Como tampoco lo existirá para explicar porque hay días que todo eso parece desaparecer en un agujero negro y la diferencia entre un día y otro puede ser abrumadora.
Sea como fuere, he de reconocer que mis días ya tienen explicación, como si de un año nuevo se tratase, las cosas han cambiado. No sé si en esas cosas estoy yo, pero lo cierto es que si algo ha cambiado es la dificultad, y ahora los problemas y las desavenencias han adquirido otro cariz.
Como cuando cierras una etapa, porque visto así, esto no es más que el cierre de una hórrida y tumultuosa etapa, de esas que duran y duran, que nos persiguen. Una época de transición. La salida del sol. La hora de abrir. El amanecer de otro tiempo.
Y los demás... que quieras o no, inciden de forma directa, en mayor o menor medida, más o menos la misma en la que los dejas entrar. Porque mientras que unos se van, otros van llegando, quizás a quedarse para siempre, y finalmente, los que están ahí, y que ya firmaron de por vida.

Brindo entonces por todos mis errores, por todas aquellas veces en las que me caí, en las que perdí, por todos aquellos que también se equivocaron, por la melancolía de esos largos días grises, por las lágrimas que me inundaron. Brindo por el dolor, por aquel que llegó al igual que por fin decidió hacer las maletas.

1 comentario:

  1. Al fin y al cabo, todos esos errores, esos cambios y esas nuevas etapas forman la vida. Quizás ligada al destino o quizá solo casualidad.

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