viernes, 19 de noviembre de 2010

Lie for survive...

Anoche me fui al sobre un tanto inquieta, un tema asaltaba mi mente y las ideas caían en forma de lluvia estrepitosamente, como solemos llamar en prácticas de redacción, sufrí un brainstorming.
O más bien una discusión interna. Además, debatía sobre la verdad. El punto donde dejamos de ser sinceros, y el límite en el que termina el silencio y comienzan las mentiras.
Como todos sabemos las mentiras tienen las piernas bien cortas. Aunque hay muchas clases de ellas yo me vengo a referir a las mentiras-escalera, aquellas que nos elevan, nos ayudan a sobrevivir y a saltar los obstáculos con los ojos cerrados, que no pasarlos.
El porqué de ésto no es más que una conversación que mantuve aquella noche. Íbamos hablando sobre ciertos temas que no vienen al caso, cuando dejamos en el camino al miembro que nos acompañaba, es decir, quedábamos dos. Cual fue mi sorpresa que negó lo que había dicho delante de aquesta persona para sincerarse conmigo, al haber sido sorprendida esta persona por mi natural espontaneidad, sinceridad. Y me estuvo contando, que su falsedad no se debía más que a un escudo, por temor miente, y mentimos todos. Siento excluirme de ello, porque yo me hallaba en la misma situación y no vi la necesidad de ser lo que no era. Me decía que tenía miedo al rechazo otra vez, ¿porqué? ¿por ser algo determinado o tener una característica, cualidad o cualquier otro rasgo de nuestra naturaleza? Le dije que no importaba, ya que se había sincerado conmigo y entendí sus motivos. A nadie le gusta arriesgarse a que los demás no nos acepten, así es la sociedad.
La verdad cuando regresaba ya sola por la calle, el reloj marcaba las dos de la mañana. Y me sentí extraña, me sentí diferente al resto, como siempre, me sentí como en un mundo aparte. Yo podía entender su situación, pero no acaba de entender el porque se sorprendió de sobremanera cuando yo no repuse en decir mi verdad. ¿Acaso tengo que ocultarme para que los demás no me señalen?, ¿pero en qué mundo vivimos? Lo siento, yo no voy a sucumbir, si el resto del mundo me va a tachar por ser algo que está en mi naturaleza, por no hacer las mismas cosas que hacen todos con 19, 20 o los años que sean, entonces moriré en este desierto de hipocresía con la esperanza de que en algún lugar los demás no sean tan diferentes a mi y mentir para sobrevivir solo sea cosa del resto.

2 comentarios:

  1. ¡Enorme, Raquel, enorme! No tengo nada que añadir a una entrada tan perfecta. Al fin y al cabo, en ese desierto de hipocresía, es completamente imposible sentirse bien.

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  2. ¡Gracias Diego! Es que es la pura verdad... y no nos podemos más que resignarnos y sentir impotencia... por eso he tenido que soltarlo :)

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