Y aunque a nadie le importe hoy lo voy a decir. Que puedo ser feliz.
Las palabras tienden a salir con tanta facilidad cuando estamos rotos, que escribir se convierte en una necesidad imperiosa, y necesitas vomitar toda la mierda que te está consumiendo por dentro.
Y sin embargo, hoy no vengo a hacer drama, ni a centrarme en los valores negativos. Porque ya lo he llenado todo de suficiente oscuridad, y la luz está ocupando ahora su lugar.
Que bonito. Como he perdido el tiempo, como se estropean las cosas y que complicado lo volvemos siempre todo. Y que fácil resulta después de la tormenta, que gusto da la calma.
Me he caído cientos de veces, he querido ganar muchas batallas, he hablado de otras tantas que nunca gané. Y sin embargo ya ni siquiera hay guerra. Nada. Se ha esfumado todo.
Como un naufragio. Una tabla es todo lo que tengo en este mar. Todo lo que me rodeaba se ha hundido junto con mi barco. Todo está cambiando.
¡Qué liberación! y ¡qué paz!
Echo la vista atrás y da la sensación de que hay meses que parecen estar encerrados en bolas de cristal, como las de navidad. Incluso como si nunca hubiesen sido verdad. Como si este año no empezara en en enero y acabase en diciembre. Sino más bien de enero a junio y de julio a diciembre.
Cuantas vueltas da la vida ¿verdad? Como puedes hundirte en el fango, tener la certeza de que serás consumida vorazmente por él, y ver como casi sin darte cuenta es todo tan distinto.
Y tengo la certeza de que no hay nada en este mundo que pueda arruinarme este momento.
Porque aunque a nadie ya le importe, quizás si que soy feliz.
Me gusta, y mucho, como el resto de minirelatos, y me alegro de que al fin estes en un punto de inflexión moral n_n cada cual tiene su vida y nadie se puede meter en la vida de nadie. hakuna matata.
ResponderEliminar