martes, 8 de febrero de 2011

Way by moon II


Anoche la acera se hacía bajo mis pies.
Y la rutina, la de antes... Era el mismo camino de vuelta a casa, esta vez acompañada de la tristeza que caracteriza la faz de la luna. Entonces me acordé de una noche similar a esa, en uno de mis frecuentes déjà vu's...
Las calles se bamboleaban mientras avanzaba, no hacía demasiado frío, y la carretera cada vez era extrañamente más estrecha. Y volví a recordar. Volví a sentir la nostalgia por ella, casi un año desde nuestro último bis a bis. Sí, hace un año la luna estaba triste, siempre lo está, pero esa noche más de lo habitual, y subí hasta ella, mientras caminaba, y la consolé, la abracé y me transmitió su frío.
Y aun más extrañamente, yo esa noche no estaba triste, entonces la tristeza era más bien pasajera, no es que un año sea una eternidad, pero en esa brevedad, a mi vida le dio tiempo a cambiar lo bastante como para haber olvidado todo eso.
La luna y yo nos miramos como entonces, pero ya no llovió sobre mi, ni me ofrecí a recoger su llanto gris. En realidad, fue bonito aquello, infinitamente bonito, pero ahora ella seguía triste, como de costumbre, sin embargo, la lluvia ya no caía de arriba abajo, sino de abajo hacía arriba, la lluvia gris se desprendía de cada uno de mis poros y se elevaba hasta ella. Anoche fue ella entonces la que me vino a acunar, la que con su inamovible gesto triste, me abrió los brazos con agradable displicencia. Y los coches ya no se enardecían, ya no había "dulces tardes encerradas en amargas soledades". Ya no quedaba rastro de aquel día.
Entonces se hizo una noche blanca, una noche de París, de las bajas calles, de las del silencio y la soledad. Las que bajan hasta el Sena, donde los bancos están abarrotados de arrumacos y miles de historias aun por contar. Pero a esas horas ya no quedábamos nadie más aparte de nosotras dos, de su luz y de mi sombra.
Caminamos largo rato, mirándonos a los ojos sin mediar palabra. Para cuando quise darme cuenta, había perdido la noción de los instantes, de las sensaciones y del oneroso peso que desprendía mi lluvia gris. Había vuelto para responder por aquel día, para hacer conmigo lo que yo hice con ella.
Y se fue, sin percatarme de que me había vuelto a quedar sola ante la enormidad del mundo, mientras la acera se volvía a hacer bajo mis pies y el camino acababa de fenecer.

1 comentario:

  1. Hola!!
    Sabes, encontré tu blog buscando imágenes para una nueva publicación; bajo la leyenda "sad moon" apareció este sitio. Me agradó bastante tu entrada, sinceramente me recordó un poco a mi propio 'estilo' especialmente a una que titulé "Renacer" me gustaría que pudieras darte una vuelta por mi blog y darme tu opinión, gracias! :)

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