Entre algún pino distraído. Oscuridad tenue y discontinua.
No apareció, sin embargo, la confusión se apoderó de cada rincón de mi subconsciente. Alteraba mis sentidos. En busca de alguna explicación a ello. Anduve y anduve. Primero te olvido. Me desmereces. Te recuerdo. Y vuelvo a caer en un inciso. Intenté hacer sustitución del amor. Refugiarme en otras palabras. En otras sensaciones.
Una mirada. Como un faro. Alumbra cualquier duda. Lo barres como cual colilla que un día estuvo encendida. El humo se desvaneció, para dejar paso a la tormenta. Lluvia desenfrenada que de algún modo siempre estuvo ahí. Seguía lloviendo. Creí que dejó de llover haciéndome ver bajo un paraguas. Alguien diferente. Pero nunca como tú.
La inundación es próxima. Estoy emergida y calada hasta los huesos. Un misterio sin retorno. Un amor invisible. Un dolor transparente. Un secreto en mis manos. Oculta, oculta entre la gente, entre árboles, entre sueños y viejas canciones de ayer.
No veo el momento en que estés y no estés. Sueñe. No sueñe. Tú. La distancia albergó dudas. Fáciles. Cómodas. Inútiles. Al fin y al cabo, siempre estás ahí. Y no dejo de verte en cada esquina. En cada rincón. Él. No eras tú. Insustituible. Inigualable. Pero no importa. Te olvidé. No. Te quise cambiar. Lo intentó, lo intenté, y sin embargo sabía que tus inocentes ojos me llamarían al arrepentimiento. Porque él no eras tú. Y tú no eres él. Y yo. ¿Yo quién soy? Desde el principio de un curso y el final de un verano. ¿Qué había en tu mirada? ¿Porqué sucumbí al error? Y tenías algo. Que tienes. Que he intentado no recordar. Y cambiar. Y olvidar. Y borrar. Y no mirar. Pero tu recuerdo me persigue hasta cuando huyo de él. Pero, ¿tú que sabes? Nada. No sabes nada. Palabras al vacío. Un silencio. Un silencio abismal. Un amor....un amor que guardé y guardo hasta que se desintegre en las telarañas de mi corazón.
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