Ella era como la de esa película. De esas que son tan taquilleras que al final todo el mundo aborrece.
Se encoge, en el sofá, se aprieta fuerte entre sus propios brazos, como si sintiera que al dejar de hacer fuerzas se fuese a descomponer allí mismo.
Ese estúpido agujero negro de su pecho no la deja vivir.
-Necesito moverme, tengo que hacer algo sino quiero estrangularme a mi misma intentando hacer presión en esta herida.
Por cierto era un día bastante feo, las nubes habían empezado a agolparse en el cielo, el frío comenzaba a colarse entre las rendijas de las ventanas, y no había nadie, la cocina, estaba más gris de lo que ya es.
Abre el grifo.
-Menudo montón de platos, ¿cuantos días llevo perdiendo la noción del tiempo?
A saber, aparte del grifo había más agua que caía al fregador, sus lágrimas se confundían con el gorgoteo de las gotas en los platos. Y por si no estaba lloviendo a fuera, dentro lo hacía de forma estrepitosa, y el nivel del agua seguía creciendo. Pero en ese momento no había nadie que le tirase un chaleco salvavidas, ni que un bote se hallase en medio de la tormenta.
No había esperanzas de sobrevivir a ese terrible dolor, en el pecho. Un algo inexplicable, una sensación de vacío incalculable, de poder devastador, con la fuerza de un huracán, parecía que iba a tragarse todo aquello que quedaba en ella.
Recuerdo que esa escena me llegó, él se había ido, y le había abierto un enorme hoyo que la había dejado tirada, en el suelo, sin poder moverse, rodeada de la hojarasca propia del bosque y esperando a que se hiciera la noche. Con la mente en un solo objetivo, ya no había tiempo a su alrededor, y aunque se hizo la noche en ese abismal estado, llegó la mañana y todos fueron en su rescate, si es que había algo que rescatar.
Porque se la llevaron en volandas, y su cuerpo era frágil, pesaba menos que todas las hojas que le habían servido de humilde lecho.
Ella respiraba, su corazón palpitaba, pero sus ojos parecían petrificados, y su cuerpo de retorcía de dolor. Era inexplicable para el resto que es lo que podía haberle pasado. Pero ella lo sabía, sabía que él ya no estaba y que no lo volvería a ver, y que los demás nunca podrían sentir lo que ella.
Después de esos terribles días, de las pesadillas por las noches, y de la intensiva deshidratación de sus párpados se encontraba en ese sofá, ya era capaz de pensar y de volver a la odiosa realidad, terminó de fregar los platos y esperó delante de la tele un rato más antes de hacer la cena, Charlie estaba a punto de llegar y sabía lo que le dolía a su padre tener que tratarla como si estuviese moribunda.
¿Te estás comparando con Bella Swan? :(
ResponderEliminarYa se disiparán las nubes y dejará de llover. Aunque en Forks... habrá que tener paciencia. Un abrazo y ánimo, que aunque lo parezca no se acaba el mundo ;)
Die! no me comparo con Bella Swan para nada.. Sabía que sabrías de quien hablaba ¬¬ xD.
ResponderEliminarSolamente me siento identificada en cierto modo con ella, pero no tengo la intención de pasarme meses agonizando como ella, porque de hecho hablo más de ella que de mi misma... Así es que no te preocupes supongo que para mi si que dejara de llover pronto.. Gracias :)