Tus ojos se clavan en mis ojos
como una puñalada
inminente, espumosos,
mi alma torna en desolada.
Alma, que sin avisar
te encerró a merced
del profundo atardecer
con vistas al mar.
Arena sin huecos,
sal que retoma
de sueños inmersos,
la última caracola.
Sosiego en la brisa,
sabor de la salada,
destello y brilla
enmedio de la marejada.
Allá van como barcos,
salidos de la temida,
dirección a los altos
de la mar desconocida.
Cae ya la noche a desvestir
las olas blanquecinas,
vuelves a sonreir
amor, serenas salinas.
24/03/09
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